SABER VIVIR: Bar Restaurante Aladino II - Villarreal de los Infantes
Presentámonos pues ante la fachada del bar Aladino II, situado en pleno corazón de la floreciente economía industrial villarrealense, un templo de los sentidos donde nos disponemos a dar buena cuenta de la suculenta pitanza que Emilio -un camarero cincuentón, daltónico y que se cree muy gracioso- nos servirá con una sonrisa desdentada y cruel a la vez.
Tras arrancar la silla de la capa de 5 centímetros de mugre que cubre el suelo, nos sentamos y ojeamos la carta, que algún día tuvo un color rojo intenso pero que ahora, manchada de licores indescriptibles y despidiendo un hedor rancio, parece de un morado con matices ocres en las esquinas. -"Muuuuuuuuuuuy buenos días a todos, ¿qué desean los señores?"- espeta Emilio con una sonrisa que despide una halitosis crónica para matizar que lo de "buenos días" es una sutil broma, pues delante del restaurante una ambulancia retira a una veintena de muertos de un accidente de autobús acaecido horas antes.
Tras mirar la carta y descifrar lo que antaño fueron signos reconocidos como letras, nos decidimos por la sepia a la plancha al gusto de chef, unas patatas con salsa picante y una tabla de patés, todo ello regado con un buen vino Rioja del 85... sospechamos de alguna sorpresa por las sonoras carcajadas de Emilio, enmedio de una de las cuales ha escupido un gargajo de dimensiones faraónicas sobre una paella que está a punto de servir a otra mesa, y ante nuestra sorpresa dicha secreción mucosa hace buenas migas con las gambas resucitadas a causa del paso del tiempo... así pasamos la espera, observando a las gambas zombies danzar y rogar piedad a los comensales que las degluten sin piedad pese a su condición.
Ante la presencia de la tabla de patés nos preguntamos si declarar la alarma DEFCON-1 y llamar a las autoridades, pues las masas ingentes de paté tienen un color entre fosforescente y mohoso, y al untar el pan rancio vemos como la masa que un día fue paté atraviesa la rebanada y cae sobre nuestras manos, provocándonos ligeras quemaduras... sin duda un manjar que despierta el gusto y acaba con el tacto.
Nuestro compañero de mesa evita con una pata de silla hábilmente arrancada, que Emilio acerque la sepia y las patatas, las cuales no vienen en un plato, sino andando detrás de él cantando canciones sobre la huerta murciana.
Como colofón a ésta experiencia gastronómica y después de esconder el cadáver de Emilio en el servicio, Engracia, su mujer, nos trae el plato del día, un delicioso manjar que -inexplicablemente- es el nuevo plato del día debido a la flema británica que despide el chef (aunque es extremeño), y dicho plato no resulta ser nada más que Emilio, cuya cabeza no se han ni molestado en descarnar para que no le reconozcamos y que, aunque carece de ojos en sus cuencas sigue pareciendo igual de hijo de puta.
Toda una gran experiencia culinaria el gran restaurante Aladino II, lo recomendamos sobremanera y aconsejamos que no pasen por el árido polígono villarrealense sin pasar por ésta magna casa... por cierto, los ojos de Emilio estaban introducidos en su esfínter... una pequeña broma del chef...
Ende
La coprofagia se extendia por la plana. Muchos empezaron a vender sus Bmw para comprar heces en las que revolcarse y ser aún mas felices que sus vecinos. No cabían en si de gozo. Algunos incluso prostituyeron a su perro en la marchal ante la estupefacción de los agentes del orden que , desnudos de cintura para abajo hacian movimientos falaces y lúbricos........del libro "Castelló 2027: Armageddon"
sábado, julio 08, 2006
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