sábado, julio 21, 2007

Tachenko: ¿porqué núnca le pitaban pasos?





NUDO


Mi adolescencia, -de la que quizás nunca he salido-, es una etapa más oscura que mi niñez, si cabe. Lo cierto es que es aún más grave porque la recuerdo mejor, los detalles son más diáfanos pero más sórdidos. Recuerdo ciertos acontecimientos que influyeron en mi carácter durante los últimos años de los ochenta y los primeros de los noventa. Además de cambios meramente fisiológicos se produjeron cambios en la concepción del mundo que ahora pasare a explicar.

Recuerdo la final de baloncesto entre España y Estados Unidos de Los Ángeles 84 así como los patéticos y grotescos intentos de Romay de defender a Patrick Ewing o los de Margall por defender a Jordan. Una risa. En aquella época aun no había línea de tres puntos y Estados Unidos aún jugaba bien. En fin, un hito.

Otro de los acontecimientos que me impresionó es que un tío tan feo como Carlos de Inglaterra se pudiese casar con un ser humano. Y encima por amor. La hipocresía del acontecimiento alimentó mis delirios antimonárquicos y republicanos. Además de la pasta que se gastaron en tan magno evento. Suficiente para proveer de menú del día a un país como, pongamos, Mozambique.

Lo mas grave y quizás lo mas revelador o “rebelador” según el lenguaje periodístico castellonense, es que ETA mataba a gente cada semana o así. Ni tregua ni ostias, había tiros a mansalva. Cuando pregunte a mis mayores los motivos que promovían estas acciones me dijeron “son terroristas y quieren crear el terror” la pregunta ¿pero, porque? Quedo sin respuesta hasta mucho después. Aún con todo, el único atentado terrorista que pudo haber acabado conmigo fue uno del GAL… cuestión de minutos.

En lo relativo a mi educación, yo seguía siendo un jodido autodidacta. Mis lecturas me habían llevado a todo el Siglo de Oro además de los libros de Verne y Salgari, que engullía. No sabía hacer nada más. En el instituto, al que llegue después de un par de peripecias e intercesiones de mis profesores de primaria, llegue a tener claro que mi concepción de los números naturales y de la difusa relación espacio-tiempo nunca llegaría a ser la misma que la de mis compañeros.

El profesor de matemáticas explicaba los números negativos mostrando mis exámenes a la concurrencia. Yo sacaba ceros y el individuo decía que en realidad me tendría que haber puesto menos que cero. Hilarante. La física era harina del mismo costal, en los problemas de trenes que salían invariablemente de Burgos y Zaragoza yo solo pensaba en los descarrilamientos y en las masacres que provocarían. Suspendí física cuatro años seguidos. Me propuse no coger jamás un tren en ninguna de estas dos ciudades.

Un momento de inflexión que quizás merezca la pena contar es mi inclusión entre los que redactábamos la anodina, seguidista y carente de contenido “Revista del Instituto”. En primer lugar propuse un cambio de nombre más acorde con las circunstancias. Mis sugerencias “Mierda” y “Semen” cayeron en saco roto. Lo que me llevó al borde de la expulsión fue la publicación de una historia que empezaba con algo así “Antonio se la casco en su lecho, con aire somnoliento. Borracho, cayó en la cuenta que su mujer le corneaba…”. Imagino que esto ya os va sonando más.

Creo que esto ya os dice bastante de mi adolescencia y del fin de ella. No os lo voy a contar todo, que luego todo se sabe…


En la foto Vladimir Tachenko. La pelota que tiene entre las manos es la oficial, no es una pelota antiestress, ni nada de eso.

2 comentarios:

urbenportales dijo...

El gran Tachenko, cuando los pívots eran pívots...

Anónimo dijo...

si, no le dejaron tirar un triple ni en los entrenamientos.

Seré acaso yo, maestro??

Mi foto
Soy un ser con patas que ha caido aquí, mire usted por donde y no tiene ninguna intención de quedarse.

¿Si tu amigo, coprofago, te invitase a cenar por su cumpleaños porque tu eres el UNICO amigo que tiene....?

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