
Tardofranquismo.
Genaro era el orgulloso propietario de un garito repleto de simbología fascista. Él mismo era un subproducto del tardofranquismo que había sobrevivido a cualquier tipo de moda pasajera aferrado a su rancia y xenofoba ideología. Ni que decir tiene que estaba separado desde hacía ya mucho porque su mujer se fue con un butanero negro. Por esto guardaba en su interior un odio convulso y negro (tambien) hacía las mujeres sobre todo si estas eran jovenes y de buen ver. La ducha era otro de esos instrumentos del demonio que se pudrían literalmente en casa de Genaro, "no quiero ducha!" le espetó a un fontanero rumano que vino a desatascarle una vez el báter. El bidet lo vio una vez en una foto y le produjo arcadas. El garito de Genaro estaba plagado de fotos de Hitler, de Franco de Mussolini y últimamente del cardenal Ratzinger, hacía el que sentía una pía devoción. La clientela, contra lo que se pudiera pensar, estaba formada, en su mayoría ,por un nutrido grupo de intelectuales de izquierdas que en ningún sitio podrían haber aspirado a reirse tanto. En efecto, solo hacían que chotearse del individuo, que, congestionado, se desgañitaba hasta el paroxismo contra los homosexuales,los rojos, las mujeres,los masones, los jóvenes lúbricos y sedientos de sexo, los curas de la teología de la liberación, el grupo Prisa y los perros sin collar.
Una tarde en la que su barroco antro estaba desierto, a no ser por las moscas que se disputaban el último trozo de tortilla de patatas, una venerable y delicada viejecita de 98 años bajó desde uno de los pisos de la> finca visiblemente alterada, la pobre mujer entró al garito inmundo de genaro sin poder disimular una mueca> de asco. Genaro la había visto otras veces sin prestarle mas mínima atención. Ligeramente sorprendido la vio acercarse lentamente al hediondo y grasiento mostrador. La viejecita expusó su problema con un hilo de voz apenas audible- " mire, es que estoy muy nerviosa> porque he salido de mi casa para comprarle alpiste al> canario y al regresar me he dado cuenta de que me he dejado la llave dentro"- una ventosidad de Genaro inundó el ambiente en ese momento, no alcanzaba a comprender-" resulta que mientras viene el cerrajero> me preguntaba si usted podría hacerme algo de comer, sabe, es que necesito comer alguna cosa ya porque soy diabetica".>> Genaro la miró fijamente sin comprender durante mas de un minuto, tiempo en el cual el ligero temblor de la anciana se hizo todavía mas evidente. Parecía estar rumiando una respuesta acorde con la situación, algo> que fuese exacto, relevante, coherente con el problema> que se planteaba, rebusco en lo mas recondito de su cerebro, intento acordarse de su infancia, de su padre, que sudoroso, le mostraba su ropa interior amarillenta.. Al final, mirando fijamente a la anciana y alzando la voz hasta el límite de sus posibilidades aulló: - ! Diabetica?, usted lo que es es una hija de la> grandisima puta!, se entera ! una hija de puta!.
>>> Fin
1 comentario:
Y tanto, una hija de puta, sí señor!!
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