Moustros de la cancion (1)

Karlo era un hombre al que las drogas pasaron factura. Tras tomar drogas (consumió durante muy poco tiempo, apenas media hora) no volvió ya a ser el gilipollas simple anodino superficial inocuo e inofensivo que una vez conocieron en Binefar, con su perenne hilillo de saliva colgando y su mirada glauca y afectuosa. Se volvió un ser despiadado- igual de gilipollas,-pero despiadado. Ayudado por una serie de representantes sin escrúpulos y patrocinado ciegamente por “piensos y engordes Ibáñez” se dedico a la canción. Ni ligera ni gruesa, a la canción, pero no a muchas canciones ni siquiera a canciones hábilmente copiadas de otros artistas como Milli Vanilli (hay que tener guebos para copiar a Milli Vanilli) sino a una única canción “soy de Aragón” un maxi-single de 17 minutos que intento promocionar sin escrúpulos en su espectacular gira de verano del 74 “Belleza desnuda” singular éxito de publico y critica y que tuvo lugar en las localidades de Jaca, Canfranc y Binefar. Este monstruo de la canción, con una parálisis facial que le afectaba gravemente la fonación y completamente ciego de un ojo se presentaba ante el respetable auditorio, compuesto básicamente de arrieros beodos que comían ajos para cantar jotas mientras el intentaba hacer audible su escasa voz mediante el empleo de unos chirriantes bafles.

Normalmente el espasmódico arte de Karlo dejaba indiferente a su público que no le prestaba la más mínima atención. Ni siquiera con su material sonoro lograba competir con las recias voces de los arrieros oscenses, así pues en un rapto de determinación inaudito condujo el mismo su furgoneta marca “Avia” hasta la mismísima puerta de Sol en Madrid.

Allí ocurrió lo que tenia que suceder, nada mas apearse de su vehiculo, cansado por el viaje, un guardia urbano le arreó tal ostia a mano llena que lo dejo allí inconsciente, el pobrecico. Cuando despertó de su inconsciencia se lió a correr como un desesperado por las calles de Madrid y desde entonces nunca mas se supo.

Preguntado por su impulsivo acto el guardia declaro, “! No sé , no me pude contener , le vi esa cara de gilipollas que pensé que le haría un favor y todo!” Actualmente las 25 camisetas serigrafiadas para su gira son verdaderos objetos de coleccionista que se cotizan a precios exorbitantes. Se dice que Hill Gates tiene dos.